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(Buenos Aires)
Se inauguró ayer en el Malba la exposición Protografías de Oscar Muñoz (Popayán, Colombia, 1951). Con la presencia del artista se realizó una visita guiada para la prensa donde Muñoz comentó el proceso creativo de cada obra.
Organizada por el Museo de Arte del Banco de la República (MABR) en Bogotá, con la curaduría de José Roca y María Wills -curadora adjunta del MABR-, la exposición reúne 70 obras, entre dibujos, esculturas, instalaciones, fotografías y videos, que repasan las épocas más representativas de su producción. Se trata de la primera exposición individual de un artista colombiano en Malba. Pensada a partir de la idea de protografía (revés de la fotografía, momento anterior o posterior al instante en que la imagen es fijada para siempre), la exposición se organiza en torno a diferentes temas: la imagen en flujo y la imagen inestable, la imagen como impronta y como reflejo, y los soportes como lugar donde la imagen se configura y se deshace. Todo esto articulado en el contexto de la ciudad de Cali, que ha jugado un papel central en el trabajo de Muñoz como ambiente vital, atmósfera y motivo de representación.
Su obra desafía la caracterización mediática, moviéndose libremente entre la fotografía, el grabado, el dibujo, la instalación, el video y la escultura, borrando las fronteras entre estas prácticas a través del uso de procesos innovadores. “El uso de elementos fundamentales —como agua, aire y fuego— en varias de sus obras hace referencia a los procesos, los ciclos y las manifestaciones trascendentales de la vida, la existencia y la muerte”, explican los curadores. Protografías se presentó primero en la biblioteca Luis Ángel Arango del Museo de Arte del Banco de la República de diciembre a marzo de 2012 y de abril a junio en el Museo de Arte de Antioquía, Medellín. La exposición culmina en Malba en febrero de 2013 y continúa su itinerancia en el Museo de Arte de Lima (MALI) de marzo a junio de 2013.
De una entrevista a Oscar Muñoz por María Wills:
"...Estaba leyendo un estudio sobre Wittgenstein, quien decía que la imagen mnemónica no es una fotografía, no es estática ni plana; por otro lado me pregunto si el recuerdo de una imagen fotográfica será necesariamente el de una imagen congelada. A mí, más que recuerdos estáticos, me llegan vivencias. Las cosas que me llegan de la infancia tienen que ver mucho con momentos en los que me relaciono con los materiales...".
"... Hay un interés por la materia, por las superficies; y en este tiene mucho qué ver la vida del juego, de la infancia, del niño que está agachado como un hombre primitivo, con una curiosidad por comprender el mundo a partir de las superficies, los sabores y los olores. Pienso que cada ser humano tiene en su memoria algo así como un baúl al que puede recurrir a buscar los recuerdos refundidos de esas experiencias primeras..."
La muestra empieza con la instalación Ambulatorio (1994-1995) donde la ciudad de Cali aparece en el imaginario de Muñoz, según explica el curador de la muestra José Roca, se trata de "...una aerofotografía de la ciudad ampliada a escala monumental y organizada en una trama regular. Cada fragmento de la foto está adherido a la parte inferior de un vidrio de seguridad, el cual se quiebra en fragmentos cuando el espectador (involucrado con todo el peso de su subjetividad) camina sobre la obra. Cada paso añade más quiebres a la pieza, estableciendo otra trama aleatoria de líneas sobre la imagen de una ciudad en la cual, como en todas las metrópolis modernas latinoamericanas, coexisten la planeación racional y la informalidad..."."...En Ambulatorio, la fotografía es el soporte de una obra cuya experiencia solo es posible en la medida en que la imagen sea obliterada, y la pieza solo se configura con la desaparición, así sea parcial, de la integridad de la imagen. La obra no es solamente visual: el sonido del vidrio que cruje bajo el peso del visitante también forma parte de ella, sometiendo el cuerpo a una experiencia de vértigo y vacío, a la memoria corporal de peligro y, en el contexto museológico, al tabú social de no tocar o caminar sobre una obra de arte....".
Otra de las instalaciones es A través del cristal (2009), "...en donde se evoca la ciudad de Cali de manera sutil, el recurso protográfico es otro: alejar la imagen fotografiada del plano visual al resaltar el contexto cultural en el cual la imagen es producida y consumida. Reflexionando sobre los usos sociales de la fotografía, Muñoz retrata fotos familiares que encontró en varios hogares de Cali con la ayuda de una cámara de video, aparato que, en su frialdad técnica, registra lo que la dupla ojo/mente tiende a descartar o bloquear: el reflejo en el vidrio que protege los retratos. En estos videos de imagen aparentemente fija, exhibidos en pequeñas pantallas planas montadas en marcos iguales a los que tenían las fotos originales, los retratos se convierten en soporte de la información contextual del sitio en el cual estaban originalmente situados: contienen espacio en el reflejo y tiempo en el audio que registra conversaciones, sonidos, murmullos. Los retratos adquieren una nueva vida, pues su identidad no se sitúa enteramente en la imagen representada en la fotografía, sino que incluye el espacio social al que pertenecen: el sentido de las fotos en A través del cristal es construido en un plano virtual situado en el intersticio entre ellas y el ojo del observador...".
Otra instalación que sorprende al inicio de la muestra es El puente (2004): "...La obra tiene dos versiones: una acción/video en el espacio público de Cali, y una proyección de video del mismo nombre acompañada de una mesa con contactos fotográficos, llamada Archivo por contacto (2004-2008). En Cali, como en muchas ciudades colombianas, existió la tradición de fotógrafos ambulantes —llamados localmente fotocineros— que trabajaban en el espacio público, usualmente plazas o parques, tomando imágenes de los transeúntes. En general estas imágenes eran inconsultas; si la persona
fotografiada quería la foto, tomaba un volante con los datos del fotógrafo, días después podía recoger su imagen, pagando el valor correspondiente. Esta profesión, muy popular hasta los años setenta, comenzó a desaparecer con el desarrollo de la fotografía instantánea, y su estocada de muerte la dio la fotografía digital, ubicua y barata. La mayoría de esas tomas no eran recogidas por los sujetos fotografiados; disparos esperanzados al vacío social, las fotos de los fotocineros son el reverso popular del estudio fotográfico de las clases adineradas: fotografías de personas anónimas hechas por fotógrafos anónimos: una gran fotografía del cuerpo social. Muñoz compra un enorme archivo de fotocineros y se dedica pacientemente a organizar este material homogéneo y diverso, encontrando relaciones entre los sujetos fotografiados, identificando algunos personajes recurrentes en varias de las fotografías, etcétera. Una selección de estas imágenes fue proyectada en el Puente Ortiz en Cali, sitio en el cual la mayoría de las fotos había sido tomada. El resultado es un retrato colectivo de la ciudad en un momento de su historia, un retrato afectivo. Las imágenes fueron proyectadas sobre la superficie del río Cali, y parecían pasar por debajo del puente, en contra de la corriente. El río lavaba las imágenes, como en un proceso fotográfico, pero no lograba fijarlas sino que solo permanecían en la memoria de los que presenciaron el acto. Las fotografías parecían hacer el tránsito entre presencia y disolución, en referencia clara al río como metáfora de la impasibilidad del tiempo frente al devenir de la historia. Al seleccionar varias imágenes que muestran el paso de un personaje dado —plano general, primer plano, plano cortado o contraplano (tomado por otro fotógrafo situado a espaldas del personaje)—, Muñoz logra disolver el tiempo de la imagen, situándolo en un antesdespués simultáneo, nunca totalmente definido...". "...El agua como soporte ya había sido utilizada para minar la estabilidad de la imagen en trabajos anteriores, como Cortinas de baño (1985-1989) y Narcisos, cuyas primeras versiones se realizan a principios de los noventa, y que puede ser considerado uno de los más paradigmáticos de la producción de Muñoz. En Cortinas de baño, Muñoz experimenta por primera vez con un soporte no convencional, en este caso una cortina plástica común y corriente, para construir una imagen a partir de una fotografía transferida a un tamiz serigráfico. En el proceso de impresión, realizado con aerógrafo a través de la seda de serigrafía previamente preparada, la imagen era recibida por una superficie inestable que impedía la fijación total del
pigmento, pues el artista rociaba agua sobre la cortina en el momento de dibujar. Cortinas de baño es el primer trabajo que Muñoz instala en el espacio, ampliando la experiencia de una relación obra espectador (primordialmente visual como en los trabajos bidimensionales de su primera etapa) a una más compleja relación
entre la obra, el espectador y el espacio que los contiene a ambos. Al igual que en A través del cristal, realizada muchos años después, Muñoz logra establecer una distancia entre la imagen fotográfica del sujeto representado y el soporte que la acoge. En ese espacio indefinible se sitúa la experiencia de la obra.
La reconsideración del soporte fue una preocupación central del trabajo de Muñoz durante los años noventa, y una forma de romper con una aproximación más convencional a la creación artística. Narcisos fue una serie clave en esta búsqueda por desmaterializar el soporte de la imagen fotográfica.
Muñoz desarrolla una técnica inédita y probablemente sin parangón alguno en la historia del arte anterior o posterior: imprime sobre agua. Como se recordará, las primeras imágenes fotográficas nacían en el agua, en el baño químico que fijaba las sales de plata en diferentes gradaciones de intensidad provocadas por la acción de la luz. El soporte fue una necesidad incidental: se requería de alguna superficie que pudiera recibir la imagen, y si bien el soporte más usado debido a sus características físicas y a su bajo costo terminó siendo el papel, muchos otros materiales fueron utilizados, como el vidrio, el latón o la porcelana...".
En sus primeras obras, Muñoz realizaba dibujos de gran formato en los cuales hacía visible el ambiente triste y sórdido de los inquilinatos de Cali, en piezas de profunda carga psicológica, como sus series Inquilinatos (1976-78) e Interiores (1976-1981). Estos primeros trabajos están marcados por la efervescencia cultural y social del ambiente en esa época. A mediados de los años ochenta, Oscar Muñoz se aleja de técnicas tradicionales como el dibujo sobre papel o el grabado en metal e inicia una experimentación con procesos novedosos y soportes inusitados. Pero es en los primeros años de la década de los años noventa cuando en su trabajo se presenta un replanteamiento radical del ejercicio del dibujo y el grabado, los usos de la fotografía, la relación de la obra con el espacio en que se instala y el rol del espectador y del paso del tiempo en la conformación de la imagen. A la hora de hablar sobre su producción, Muñoz reconoce que no hay un único eje en su obra, sino varias preocupaciones que van y regresan. Por ejemplo, en sus últimos trabajos, Impresiones débiles (2011), hace serigrafías con polvo de carbón de imágenes de prensa, que se parecen a los Tiznados (1990-91), donde la materia del polvo del carbón era protagónica. “Me interesa el instante y los procesos que se dan para que una imagen pueda consolidarse, o no, en la memoria”, afirma Muñoz.
Oscar Muñoz (Colombia, 1951). Nació en Popayán, Colombia. Se graduó en 1971 en la Escuela de Bellas Artes de Cali, ciudad en la cual existía un movimiento cultural intenso y multidisciplinario que incluía a escritores, fotógrafos, cineastas y artistas plásticos, como Carlos Mayolo, Luis Ospina, Fernell Franco o Andrés Caicedo. Este fue el contexto y éstos los interlocutores de Muñoz en su período formativo. A lo largo de casi cuarenta años de producción, Oscar Muñoz ha desarrollado una de las obras más sutiles y coherentes del arte colombiano de los últimos tiempos. Utilizando diversas técnicas y experimentando sobre diferentes soportes, este artista ha elaborado una profunda reflexión plástica sobre la naturaleza de las imágenes.
Su obra integra importantes colecciones públicas y privadas como las del Museum of Fine Arts, Houston; The Daros Collection, Zurich, Suiza; The Museum of Contemporary Art, Los Ángeles; The CU Art Museum, University of Colorado en Boulder; y Tate Modern en Londres. En 2006 abre en la ciudad de Calí Lugar a Dudas, un espacio independiente sin ánimo de lucro que promueve y difunde la creación artística contemporánea a través de un proceso articulado de investigación, producción y confrontación abierta.
En 2007, Muñoz fue invitado a participar en la 52 Bienal Internacional de Venecia curada por Robert Storr. En la última década ha realizado muestras individuales y colectivas en varios museos e instituciones internacionales, entre los que se destacan O.K. Offenes Kulturhaus, Linz Austria; Pori Art Museum, Pori Finlandia; The Korea Foundation, Seúl Corea; Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), Badajoz, España; Prefix Institute of Contemporary Art, Toronto Canadá; Institute of International Visual Arts (INIVA), Londres, Inglaterra; Museo Tamayo de Arte Contemporáneo, México DF, Philagrafika: Philadelphia Museum of Art, Filadelfia; Círculo de Bellas Artes, Madrid, España; Hiroshima City Museum of Contemporary Art, Hiroshima Japón; Daros Exhibitions, Zurich Suiza; Mori Art Museum, Tokio, Japón; y el PICA Museum, Perth Australia. Oscar Muñoz vive y trabaja en Cali, Colombia.
Actividad relacionada con la exposición
Visitas guiadas
Miércoles, viernes y domingos a las 17:00
Avda. Figueroa Alcorta 3415 - C.A.B.A.
www.malba.org.ar
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