lunes, 7 de octubre de 2019

César Paternosto: la mirada excéntrica inaugura en el Museo Nacional de Bellas Artes

César Paternosto habla de su obra con la prensa 

el director del MNBA Andrés Duprat con César Paternosto, el director del MACBA
y la curadora de la muestra de Joan Brossa en el CCK 

(Buenos Aires)

Mañana se inaugura al público la muestra “César Paternosto”: la mirada excéntrica curada por el director del Museo, Andrés Duprat que reúne obras de los años 60 y 70, trabajos recientes y una instalación de sitio específico inédita del artista argentino. Podrá visitarse del 8 de octubre al 2 de febrero de 2020. Con la presencia del artista platense César Paternosto se realizó la presentación a la prensa hoy al mediodía.

37 obras del pintor, escultor e investigador César Paternosto (La Plata, Argentina, 1931), creadas en los años 60, 70 y 2000, varias de ellas, serán exhibidas al público por primera vez. 
“En la producción de Paternosto –explica el curador–, la abstracción significa; abunda en connotaciones físicas e ideales que solo una visión lateral permite descifrar. Se trata de una geometría que reclama un pasaje al orden oculto de las cosas”. 
La experiencia visual que plantea la producción de Paternosto –agrega Duprat– interroga sobre la presencia de las formas en el mundo. Pero, además, “lleva a los límites la bidimensionalidad de la pintura, apostando a la deconstrucción de las convenciones pictóricas con una propuesta singular: trabajar sobre los bordes del cuadro”. 
Uno de los núcleos de la muestra reúne obras de los años 60, que se destacan por el uso del color y las formas ondulantes, ritmos curvos de bandas coloridas que se recortan contra el marco y parecen exceder los límites de la tela. Se exhibirán “shaped canvases” y telas estructuradas que, si bien son autónomas, coparticipan de una imagen solidaria, en colores planos y homogéneos. 
En 1969, Paternosto propuso el concepto de la “visión oblicua”: revirtiendo las jerarquías de los elementos del cuadro, el borde del bastidor concentra el interés. “A fines de los 60, comencé una serie de pinturas que se convirtieron en una dirección frecuente en mi trabajo –explica el artista–. En ese momento, se evidenció claramente para mí que, poniendo el énfasis en ubicar lo pintado sobre los extremos exteriores del bastidor de la pintura, y dejando la superficie frontal en blanco, vacía de toda imagen, cuestionaba el hábito ancestral de solamente experimentar las pinturas desde sus frentes. Esta situación me develó la posibilidad de ʻlo lateral y ʻoblicuoʼ como modo de ver”. Esta estrategia de pintar los cantos –plasmada en algunas de las piezas que se exhibirán en la muestra– obliga al observador a desplazarse para lograr la imagen total. 
“En estas obras, la idea misma de cuadro como soporte es discutida –afirma Duprat–. Telas en blanco, con sus laterales pintados, proponen desplazar la mirada. Lo que el artista denomina ʻvisión oblicuaʼ es una mirada excéntrica que refiere también a su voluntad de ampliar el repertorio del arte por fuera del canon occidental”. 
Además, la exposición incluirá piezas creadas en los años 70, que se caracterizan por su impronta geométrica y minimalista. 
Muchas de las obras de la muestra –provenientes de la colección del artista, y de colecciones públicas y privadas, como el Bellas Artes, el Museo Emilio Pettoruti, el Museo de Arte Moderno y la colección Eduardo Costantini– se exhibirán al público por primera vez. 
Novedad de la exposición, en la sala 40 del Museo se presentará una instalación de sitio específico inédita, titulada “Deconstrucción pictórica”, que es la consumación de la pintura- objeto del artista. Extremando sus postulados, permitirá a los visitantes sumergirse en una de las creaciones de Paternosto a escala monumental: cada vista de la instalación propone tantos subcuadros como personas la recorran, revirtiendo las jerarquías para que sea el espectador quien complete el sentido de la obra. Acompañará la pieza una serie de trabajos en papel realizados por el autor en las últimas décadas. 
También se exhibirá en la sala 38 una pieza de pintura acrílica sobre madera concebida específicamente para esta exposición, “Continuidad tectónica”, que pasará a integrar la colección del Bellas Artes. 
En ocasión de esta muestra, el Bellas Artes editará un catálogo bilingüe español-inglés que incluye el cuerpo de obra, y textos de Duprat, del director artístico del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, y de la historiadora del arte María José Herrera, además de una cronología de Paternosto escrita por el artista, con un recorrido detallado de su trayectoria. 
Luego de la inauguración, el martes 8 de octubre a las 19, “César Paternosto: la mirada excéntrica” podrá visitarse hasta el 2 de febrero de 2020 en las salas 37 a 40 del primer piso del Museo.
Horario: martes a viernes, de 11 a 20, y los sábados y domingos, de 10 a 20 (lunes: cerrado), en Av. del Libertador 1473, Ciudad de Buenos Aires. El público argentino o residente en el país podrá recorrer las muestras “César Paternosto: la mirada excéntrica” y “Poesía Brossa” con entrada gratuita todos los días.
Sobre César Paternosto Nació en La Plata, Argentina, 1931. Pintor, escultor y teórico, vivió en Nueva York desde 1967 hasta 2004. Actualmente reside en Segovia, España. 
En 1981, se realizó una retrospectiva parcial (1969-1980) de su trabajo en la Americas Society de Nueva York. En 2004, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente de Segovia, en España, presentó una muestra antológica de su obra. En 2010, expuso “Pintura: La visión integral” en la Galería Guillermo de Osma de Madrid y, convocado por el arquitecto Rafael Moneo, realizó la intervención pictórica “La llegada en el Vestíbulo de Llegadas del AVE”, Estación Atocha, Madrid. En 2017, organizó su exposición “Hacia una pintura objetual” en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza y expuso Obra reciente en la Galería Guillermo de Osma. 
Su obra fue incluida en las exposiciones “El taller Torres García y su legado”, inaugurada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid (1991, itinerante); “América, Novia del Sol”, Museo Real de Amberes, Bélgica (1992); “Artistas latinoamericanos del siglo XX”, Expo Sevilla 1992 y que viajó al Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1993; “Extreme Abstraction”, en la Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, Nueva York, 2005; “High Times, Hard Times: New York Painting 1967-1975”, National Academy Museum, Nueva York, 2007 (itinerante); “Identidad del Sur: arte argentino contemporáneo”, The Smithsonian International Gallery, Washington DC; “América fría. La abstracción geométrica en Latinoamérica”, 1934-1973, Fundación Juan March, Madrid (2011). En 2018, participó de la exposición “Géométries Sud”, en Fondation Cartier, París. 
Sus trabajos pertenecen a colecciones públicas y privadas como el Museo de Arte Moderno y Museo Guggenheim de Nueva York; Museum of Fine Arts, Boston; Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, Nueva York; Los Angeles County Museum, LACMA; Jack S. Blanton Museum, University of Texas; y Joseph H. Hirshhorn Museum, Washington D.C. En la Argentina, sus obras están en las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes, MALBA, Museo de Arte Moderno y MACBA, en Buenos Aires; y en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, San Juan; y Museo Superior de Bellas Artes Evita, Palacio Ferreyra, Córdoba. En Europa, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid; Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, Segovia; Colección Baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza (Madrid); Colección Norman Foster; Kunstmuseum de Berna, Suiza; Städtisches Museum Abteiberg Mönchengladbach, Alemania. Y en Sudamérica, en el Museo de Arte Contemporáneo y Museo de Bellas Artes, Caracas,y Colección Patricia Phelps de Cisneros, Caracas, Venezuela. 
En 1972, obtuvo el premio Guggenheim Fellowship; y también ha recibido becas de la Pollock- Krasner Foundation (1990) y la Gottlieb Foundation (1991). En 2007, se le otorgó el Premio de Pintura “Francisco de Goya” de la Villa de Madrid. 
Ha documentado fotográficamente y estudiado los sitios arqueológicos de Perú, Bolivia y México. Su libro “Piedra abstracta-La escultura inca: una visión contemporánea” (Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1989) fue traducido al inglés como “The Stone and the Thread: Andean Roots of Abstract Art” (University of Texas Press, 1996). 
Fue curador de “North and South Connected: An Abstraction of the Americas”, Cecilia de Torres Ltd. (Nueva York, 1998), que luego se realizó ampliada como “Abstracción: El paradigma amerindio”, en el Palais des Beaux-Arts de Bruselas (2001), y viajó luego al Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). 

El Museo Nacional de Bellas Artes presenta "Poesía Brossa" del poeta y artista catalán Joan Brossa

obras de Joan Brossa 



el director del MNBA Andrés Duprat presenta las muestras de César Paternosto y Joan Brossa junto al
director del Macba y los curadores de la muestra de Brossa 
Teresa Grandas y Pedro G. Romero curadores de la muestra "Poesía Brossa" 


 (Buenos Aires)
Con la presencia de los curadores de la muestra Teresa Grandas y Pedro G. Romero y el director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona Ferran Barenblit  se presentó la muestra “Poesía Brossa” de poeta, dramaturgo y artista visual catalán Joan Brossa (Barcelona 1919-1998) en el centenario de su nacimiento. Esta muestra destaca la consolidación del lenguaje artístico y la manera de hacer de uno de los máximos exponentes del arte y la poesía ibéricos. La inauguración al público se realizará mañana 8 de octubre y se podrá ver hasta el 8 de diciembre. 

“Poesía Brossa” es organizada por el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA), Artium, de Vitoria, y el Museo Nacional de Bellas Artes y el CCK, sedes de exhibición simultánea de las obras de Brossa en la Ciudad de Buenos Aires. Joan Brossa conoció al poeta brasileño João Cabral de Melo Neto que entonces residía en Barcelona como vicecónsul de su país (1947-1950). Las conversaciones con él contribuyeron al giro hacia el compromiso social de Brossa, como se refleja en los poemas de Em va fer Joan Brossa (1950). Paralelamente, conoció a Antonio Saura y Manuel Millares, miembros de lo que luego sería el grupo El Paso. La relación culminó en 1959 con la publicación de un monólogo breve de Brossa, Barbafeca, publicado en catalán en el boletín del grupo. Exponente máximo de las vanguardias catalanas junto a Joan Miró y Antoni Tàpies, Brossa inició su práctica artística en la década de 1940, en un contexto sociopolítico marcado por la dictadura franquista y en una situación cultural caracterizada por la ausencia de propuestas innovadoras. Desde entonces, llevó a cabo un trabajo de renovación estética fundamentado en la investigación literaria y artística, utilizando la lengua catalana como medio de expresión, aun estando prohibida. La selección de obras que se exhibirá en el Bellas Artes, provenientes del MACBA, es una revisión de la producción de Brossa a partir de tres cualidades principales: la oralidad, lo performativo y la antipoesía, atravesando el teatro, el cine y las artes de acción, gestos en los que fue pionero. “La poesía visual de Brossa –afirma Andrés Duprat, director del Bellas Artes– procede de sus experiencias con la escritura ensoñada al estilo surrealista. En ese estado de latencia entre la conciencia difusa y las pulsiones más primarias, se cuece otra cosmovisión en la que tienen cabida paradojas, contradicciones, incoherencias y desmesuras, capaces de modificar nuestra percepción ordinaria del mundo. Con esa perspectiva, Brossa produce objetos enigmáticos en los que el cruce entre poesía, arte, humor y drama barren los límites genéricos”. A lo largo del recorrido, la muestra recoge aspectos destacables del universo del artista, como la crítica a la mercancía, el concepto poético del lenguaje y la lectura de Brossa como antipoesía. Según explican los curadores, “uno de los mayores esfuerzos de la propuesta pasa por vincular la oralidad y lo performativo al inmovilismo establecido por las convenciones museísticas”, de modo que adquiera visibilidad la lengua dicha. Esto supone, por un lado, el reto de enfrentar la oralidad de un poeta en catalán con la traducción a otras lenguas, y, por otro lado, la performatividad de su poesía y su desglose como acción teatral, con vistas a “perturbar la recepción estática de textos y documentos”. “Se trata también de un sistema de conexión con la poesía del mundo, con las derivas surrealistas, conceptuales o concretistas”, agregan Grandas y Romero. La muestra desplegará en la sala 32 del primer piso el núcleo “Constelaciones Brossa”, que sitúa la obra del artista catalán en la escena global de los modos de hacer poesía de su tiempo. Este grupo de obra hará foco en el concepto de antipoesía, entendida como la necesidad de hacer explotar la normalidad idiomática de la lengua mediante el humor, el lenguaje coloquial, los sonoros sonidos, los hallazgos visuales, la ejecución performativa, etcétera. En la sala 33, en tanto, el núcleo “Juego de imágenes” albergará otros aspectos destacables del universo brossiano, como la crítica a la mercancía desde su comunismo –que le impidió ser asimilado por el espectáculo pop– y el concepto poético del lenguaje – que lo mantuvo próximo y distante a la vez frente al conceptual y la crítica institucional–. Las Suites (1959-1969) y los Poemes habitables (1970) constituyen series de carpetas en las que la inclusión de elementos a modo de juegos o diálogos con la página, el troquel, los objetos y las palabras confluyen en un lenguaje poético vastísimo basado en intervenciones mínimas. Además, también se proyectará en sala el filme “No compteu amb els dits” (1967), con guión de Brossa y Pere Portabella, la primera y una de las más fructíferas colaboraciones del artista con el cineasta. La cinta permite revisar la imbricación de lenguajes en la práctica de Brossa y, en ella, “cada uno de los fotogramas es un ir y venir por su trabajo, sus textos, sus imágenes, su bilingüismo constante, que cruza intemporalmente su obra”, explican los curadores. Como complemento del corpus proveniente del MACBA, esta exposición en el Bellas Artes pondrá en diálogo las obras de Brossa con las de grandes artistas argentinos que indagaron ejes similares, como León Ferrari, Edgardo Vigo, Roberto Jacoby, Juan Carlos Romero, Liliana Porter, Graciela Sacco, Pablo Suárez y Marie Orensanz, pertenecientes al acervo del Museo. “El resultado es una interesante relectura del entramado entre universos, épocas, geografías y estilos, que en su sinergia remiten a la universalidad del arte”, destaca Duprat. La selección de obras presentadas en el Bellas Artes se completa con el conjunto exhibido en simultáneo en el CCK como parte de “Poesía Brossa”, que hará foco en sus primeras indagaciones y las influencias que determinan la formación de un lenguaje propio, así como la deriva política de su obra y el uso del transformismo o del striptease como ejes de lo político.Luego de la inauguración, el martes 8 de octubre a las 19, “Poesía Brossa” podrá visitarse hasta el 8 de diciembre en las salas 32 y 33 del primer piso del Museo. 
 Joan Brossa (Barcelona, 19 de enero de 1919-30 de diciembre de 1998). Fue poeta, dramaturgo y artista plástico, aunque él calificaba de “poesía” todo lo que hacía. El primer texto que firmó lo escribió durante la Guerra Civil española en el frente republicano de la Batalla del Segre, y en junio de 1938 se publicó en el boletín Combate de la 30 División. Cuando estaba en el frente lo hirieron en un ojo y por este motivo pasó el resto de la guerra en el hospital y en la retaguardia. Una vez terminada la guerra, lo movilizaron para cumplir el servicio militar en Salamanca. Allí conoció a Enric Tormo, a quien mostró sus primeros escritos literarios de imágenes hipnagógicas. A través de Tormo y de su amigo Manuel Viusà, conoció a J. V. Foix, Joan Miró y Joan Prats. Bajo el magisterio personal de estas tres figuras Brossa orientó su carrera. Sus inicios artísticos y literarios se sitúan en 1941 con unos poemas de carácter visual que llamó “experimentales”, y sus primeros sonetos (La bola i l’escarabat, 1941-1943), así como un objet trouvé de 1943 titulado Escorça. En 1944, comenzó su producción teatral con la obra El cop desert y la prosa breve. Desde este momento, su dedicación se repartió entre estas disciplinas, con la idea de que no existen los géneros ni las fronteras entre las artes, sino la poesía como elemento común de su obra. En 1948, fundó la revista Dau al Set junto con Antoni Tàpies, Joan Ponç, Modest Cuixart, Arnau Puig y Joan Josep Tharrats. La época del grupo Dau al Set fue rica en diferentes aspectos: continuó sus indagaciones teatrales en una línea dadaísta de absurdo y de destrucción del lenguaje (en obras como El crim, Nocturns encontres o Esquerdes, parracs, enderrocs esberlant la figura, de 1947, publicadas en Dau al Set); exploró otros terrenos dramáticos más accionales (como el Postteatre o acciones espectáculo, escritas entre 1947 y 1962, o los ballets de Normes de mascarada, 1948-1954); prosiguió la escritura en prosa (por ejemplo, en Proses de Carnaval, 1949); experimentó con géneros populares como el romance (Romancets del Dragolí, 1948); hizo incursiones en el guión cinematográfico (Foc al càntir o Gart, de 1948); y participó en la primera exposición del grupo Dau al Set en la Sala Caralt en 1951, con tres poemas experimentales, de los que se ha conservado uno (un martillo con un naipe formado a partir de dos cartas), que podríamos considerar el inicio de sus poemas objeto, concebidos como el apareamiento de dos objetos alejados. Durante este período, conoció al poeta brasileño João Cabral de Melo Neto, que entonces residía en Barcelona como vicecónsul de su país (1947-1950). Las conversaciones con él contribuyeron al giro hacia el compromiso social de Brossa, como se refleja en los poemas de Em va fer Joan Brossa (1950). Paralelamente, conoció a Antonio Saura y Manuel Millares, miembros de lo que luego sería el grupo El Paso. La relación culminó en 1959 con la publicación de un monólogo breve de Brossa, Barbafeca, publicado en catalán en el boletín del grupo. Muchas otras relaciones se remontan a los años 50: por ejemplo, con Pere Portabella y Eduardo Chillida, o con Leopoldo Pomés, para quien escribiría el texto de presentación de su primera exposición en 1955. En 1959, empezó a crear obras de poesía visual concebidas dentro de una serie titulada Suites; es decir, conjuntos de poemas experimentales, en collage o con incorporación de varios tipos de materiales caseros muy pobres (por ejemplo, hilos, agujas o cordeles). Inició por entonces sus colaboraciones con otros creadores de varias generaciones (realizaría medio centenar de libros de artista). Estos vínculos de Joan Brossa con las artes plásticas lo llevaron a concebir obras que integran poemas literarios y visuales. El primer precedente de libro literario con poemas visuales fue El saltamartí (1963). Otro ejemplo significativo es Fora de l’umbracle (1968), con algunos poemas sobre el Mayo del 68. A principios de los años 60 tuvieron lugar algunos estrenos teatrales destacados. Entre otras piezas, La jugada (1953) y Or i sal (1959) suscitaron críticas adversas en la prensa. Pero en 1966, la divulgación de la obra de Brossa recibió un nuevo impulso, sobre todo en el extranjero, con el éxito del estreno de Suite bufa en Burdeos, con música de Josep Maria Mestres Quadreny, y con Concert irregular, estrenada al año siguiente en Saint Paul de Vence con música de Carles Santos, en el marco de una exposición en homenaje a Joan Miró. Durante la segunda mitad de los años 60, inició sus colaboraciones con Pere Portabella como guionista de varios filmes del cineasta; el primero fue el cortometraje No compteu amb els dits (1967). También retomó la experimentación con los objetos, quizás como resultado de su trabajo creativo con la serie de poesía visual Suites (1959-1969), que ya incorporaba pequeños objetos; y a lo largo de 1970 creó hasta 44 libros manuscritos de poesía visual para una nueva serie titulada Poemes habitables. En cuanto a los poemas objetos, en 1972 Brossa expuso una primera muestra de ellos en una exposición colectiva en Barcelona. Desde la época de organización clandestina de las fuerzas catalanistas y de izquierda contra el franquismo, Brossa simpatizó con el Partit Socialista Unificat de Catalunya y con el sindicato Comisiones Obreras. A pesar de la censura del régimen, su poesía se hacía eco de los acontecimientos políticos del país. A partir de los años 70, pudo publicar una parte considerable de su poesía inédita en cuatro recopilaciones sucesivas: las tres primeras por Editorial Ariel (Poesia rasa en 1970, Poemes de seny i cabell en 1977 y Rua de llibres en 1980), y un cuarto volumen publicado por Editorial Crítica (Ball de sang en 1982). Por otra parte, entre 1973 y 1983, Edicions 62 publicó el teatro de Brossa en seis volúmenes con el título de Poesia escènica. El progresivo reconocimiento de su obra convirtió al poeta en un referente de la vanguardia catalana desde los años 70, tanto en el terreno plástico como en el escénico y el literario. Por otra parte, a partir de 1972, el poeta contó con el apoyo de Pepa Llopis, quien contribuyó a impulsar la edición de su obra gráfica y sus poemas objeto. Todo ello condujo a Brossa a participar en exposiciones colectivas e individuales. En los años 80 y los 90, últimas décadas de su vida, se intensificaron las ediciones de poesía. Aun así, tras su muerte repentina el 30 de diciembre de 1998, quedaron algunas obras inéditas (El dia a dia, Mapa de lluites o Gual permanent), hoy publicadas. Durante esas dos décadas, recibió peticiones para crear carteles, en los que aplicó su poesía visual. La demanda por parte de galerías y museos fue la razón de que Brossa concibiera instalaciones y poemas objeto de mayores dimensiones. El último escalón de la producción fueron los llamados “poemas corpóreos” o poesía objeto en la calle, que eran el resultado de encargos realizados por instituciones diversas, sobre todo ayuntamientos. Algunos de los numerosos premios que recibió a lo largo de su trayectoria fueron el Premi Ciutat de Barcelona, en 1987; la medalla Picasso de la Unesco, en 1988; el Premi Nacional d’Arts Plàstiques de la Generalitat de Catalunya, en 1992; la Medalla de Oro de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura, en 1996; y el doctorado honoris causa por la Universitat Autònoma de Barcelona, en 1999. Su obra plástica pudo verse en numerosas exposiciones y retrospectivas, como la de la Fundació Joan Miró de Barcelona (1986), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid (1991) y nuevamente en la Fundació Joan Miró de Barcelona (2001), entre otras.