viernes, 5 de noviembre de 2021

Quiero ser luz y quedarme, muestra antológica de Santiago García Sáenz en el Museo Colección Amalita

 

tapa del libro catálogo de la muestra Quiero ser luz y quedarme, 
obra: Santiago García Sáenz, Esperanza II, óleo sobre tela, Colección 
Adela Rodríguez Larreta- Greta Ure

Cristo en los enfermos, Serie Cristo en los enfermos,2000
Colección Brun Cattaneo




Cristo en los enfermos, Serie Cristo en los enfermos 1995, Colección particular


Te estoy buscando América, Serie Te estoy buscando América,
óleo y esmalte sintético sobre madera , 1986







(Buenos Aires)

Hasta el 13 de noviembre se puede ver la muestra antológica de Santiago García Sáenz en el Museo Colección Amalita (Amalia Lacroze de Fortabat). La curaduría es de Pablo León de la Barra y Santiago Villanueva.







Asimismo se editó un libro con imágenes de la muestra y textos de Pablo León de la Barra, Santiago Villanueva, Nicolás Cuello, Cecilia Palmeiro, Alejo Ponce de León.


Autorretrato con el doctor, BV, 2000


En las pinturas aparece el tema de la enfermedad, la visión que el artista tenía de América, la religiosidad, el tratamiento iconográfico de ciertos temas bíblicos, la ciudad y la noche. Al respecto dice Santiago Villanueva:




Cristo en los enfermos, serie Cristo en los enfermos,
Colección particular
 

“…En esta exhibición/libro estamos pensando su obra en relación a varios ejes temáticos/generacionales que esperaban ser tratados con algo de urgencia: el VIH/Sida en relación a sus trabajos, cómo el tratamiento iconográfico de ciertos temas bíblicos puede tener lecturas más allá del relato que presentan, la noche y los espacios de nocturnidad entre el yire y las adicciones, entre la redención, el arrepentimiento y el pedido de auxilio. Es por eso que nos interesan tanto las intervenciones de García Sáenz en el Museo Hispanoamericano Fernández Blanco como su aparición en 2005 en una muestra colectiva en el espacio de visibilidad queer Casa Brandon, tanto su fotografía entregándole una obra al Papa Juan Pablo II como la presencia de sus pinturas en la exposición de 1998 en el Centro Cultural Rojas bajo la curaduría de Alfredo Londaibere. Volviendo a los aspectos generacionales, creo que la exhibición que realiza junto a Liliana Maresca en la Galería Centoira en 1990 es clave para pensar los vínculos con esa generación. En el catálogo de mano Maresca escribe “Pero quizás la gran obra de arte tiene menos importancia en sí misma que en la prueba que exige a un hombre y la ocasión que le proporciona vencer a sus fantasmas y acercarse un poco más a su realidad desnuda…”.


Horóscopo criollo, serie "Te estoy buscando América", Colección Diego García Sáenz




Dios con nosotros, 1998
Colección Sebastián y Silvina Kohan Miller

En el texto de Pablo León de la Barra, el curador se refiere a una recontextualización del artista tanto en la escena local como internacional:

“…Para mí es claro que existen una cantidad de relaciones, influencias y diálogos con la obra de artistas de la región que obligan a trazar nuevos linajes de la historia local desde los tratamientos de temas costumbristas en ciertas obras de la serie Te estoy buscando América en relación a las pinturas de las primeras décadas del siglo XX del uruguayo Pedro Figari (1861-1938). De la misma manera existe una continuidad pictórica entre las representaciones de ciudad como fondo paisajista – a veces un tanto futurista y distópico – en las pinturas de García Sáenz y los paisajes urbanos arquitectónicos de los argentinos Xul Solar (1887-1963) y Roberto Aizenberg (1928-1996); o inclusive un posible diálogo diametralmente opuesto en el entendimiento de la religión-arte en León Ferrari (1920-2013). De igual manera a nivel internacional creo que hace falta poner su obra en diálogo con otres artistas de su tiempo. Pienso entre muches, inmediatamente en el artista cubano-americano Félix González-Torres (1957-1996) y cómo a través de la obra de arte negocia la pérdida humana por causa del VIH/Sida. Igualmente pienso en Feliciano Centurión (1962-1996), otro artista solo revalorizado recientemente y que también murió por causas relacionadas al VIH/Sida. En el caso de Centurión es interesante pensar en una trayectoria inversa a la de García Sáenz: Centurión nació en Paraguay y encuentra la libertad artística y sexual en Buenos Aires, mientras García Sáenz encuentra la paz en la selva guaraní, los paisajes paraguayos y en el Monasterio Benedictino Tupäsy María. Entre otres muches, también pienso en un diálogo posible con la obra del brasileño Leonilson (1957-1993), sobre todo en la última etapa de este donde las telas con textos bordados funcionan como una especie de mantos mortuorios que anuncian la desaparición del cuerpo por la presencia del virus. La mayoría de estes artistas murieron por causa del VIH/Sida entre 1993-1996, años del clímax de la pandemia, siendo los primeros Cristos en los enfermos de García Sáenz de 1994. Gracias a la combinación de los medicamentos antivirales García Sáenz llegó a vivir 10 años más, lo que le permitió seguir pintando y organizar de alguna manera su legado. Aún así, es importante señalar que si bien la crisis del VIH/Sida al dar visibilidad urgente a las comunidades trans y homosexuales logró que se consiguieran avances importantes que culminaron años más tarde en los derechos de género y diversidad sexual, también por lo mismo hubo una generación perdida que, ante la inminente presencia de la muerte, dejó a través de su obra un mensaje político y sexual sobre el derecho a vivir en diferencia”.

Por otra parte, Santiago Villanueva en diálogo con Pablo León de la Barra, se refiere a los debates acerca de la generación de los años 90, sobre todo alrededor del Centro Cultural Rojas y la gestión de Jorge Gumier Maier:

“…Hay una coincidencia extraña que es que el interés académico por esa década va de la mano de un casi diría, fanatismo por estes artistas, algunes de les que vos mencionás y que exhibieron en la Colección Fortabat, otres como Liliana Maresca, que recientemente tuvo una retrospectiva en el Museo de Arte Moderno. De esta coincidencia se desprende una actitud por polemizar que excede la historiografía del arte, y para la cual la retrospectiva de Santiago traerá nuevos aires, porque sin dudas es un artista activo en esos círculos, pero que actualmente no se encuentra en ese establecido canon del Rojas…”.

Santiago García Sáenz nació el 1° de abril de 1955 en Buenos Aires. Hijo de Eduardo Miguel García Fernández Bosch y Magdalena Sáenz Briones.

En 1977 realizó su primera muestra individual presentando una serie de pinturas abstractas bajo el título de Geometría poética en la Galería Lirolay. Alejado de la radicalidad de las propuestas de los años sesenta y ahogado el fervor del Di Tella, con el que supo compartir la misma Manzana loca, el espacio dirigido por Mario y Paulette Fano, ahora instalado en Paraguay 749, sigue prestando atención a la producción de las nuevas generaciones.

En 1984, su casa taller ubicada en la calle Junín, casi esquina Sarmiento, se transforma en el centro de operaciones de una vida paulatinamente desarticulada del mundo del trabajo. Desde aquella época Santiago García Sáenz comienza a usar un libro de firmas en el que documenta el círculo social que lo rodea. Además, su casa sirve de refugio transitorio para muchos de los amigos con los que comparte la vida nocturna con su escena under de esa época, en pleno desarrollo. No tanto Cemento, Café Einstein, Marabú, Zero, La esquina del Sol, el Parakultural, sino la escena alrededor de discotecas como New York City, donde Charly Grilli hacía las relaciones públicas, Area, Experiment, Too much, una pequeña discoteca gay muy exclusiva y las fiestas y reuniones en la casa de Ernesto Bunge y Cachorro Agote, Charly Grilli, Marcelo Vilela, Verónica Moskowitz, Guillermo Pedreaux, Pablo Fernández Mouján, Graciela Paatz, Santiago Bengolea, Cristian Trincado, entre muchos, forman parte de su grupo de amigos y conocidos. Realiza su segunda y última muestra en Ruth Benzacar, junto con Cintia Levis y Roberto Elía. En 1985 participa colaborando con la teatralización de Minujinda, un laberinto realizado por Marta Minujín en el Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, hoy Centro Cultural Recoleta. Ese mismo año el grupo teatral La Negra realiza la perfomance La procesión papal en la calle Florida.

En 1990 SGS y Maresca organizan una exhibición conjunta en la Galería Centoira del 18 de abril al 5 de mayo. SGS presenta un grupo de pinturas en las que se sobreimprimen escenas religiosas en miniatura con paisajes locales dentro de la serie Te estoy buscando América.

En 1991 el arquitecto Carlos Colombino, cocreador del Museo del Barro de Asunción Paraguay, a quien había conocido en la Galería Centoira, lo invita a exponer en la sala Josefina Plá, dedicada a muestras temporarias de arte tradicional y contemporáneo.

En 1994, en junio del año anterior se organiza en el Centro Cultural Rojas la mesa redonda sobre arte light, dentro de un ciclo coordinado por Marcia Schvartz, Felipe Pino y Duilio Pierri. Participan Liliana Maresca, Omar Schiliro, Juan José Cambre, Marcelo Pombo y su amigo José Garófalo. El trabajo de SGS parece sustraerse de las categorías que articulan la polémica. SGS sostendría durante una entrevista realizada por Gustavo Bruzzone en 1995 en el Rancho Urbano que se trata no tanto de arte light, sino de una cultura light, que “no quiere pensar, no quiere cuestionarse nada”. Luego del atentado en la sede de la AMIA el 18 de julio, que sucede a una cuadra de Rancho Urbano, comienza la serie Sufriendo la intolerancia. Recrudece la pandemia del VIH/Sida e impacta fuertemente en el ambiente del arte: fallecen Liliana Maresca y Omar Schiliro. SGS sabía de su propio diagnóstico desde 1986 pero es en 1994 cuando su familia conoce su estado de salud y comienza a ayudarlo con el tratamiento.

En 1995 SGS expone en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco un conjunto de pinturas muy recientes pintadas el verano anterior en Namuncurá que cuelga en “La Capilla”, espacio que había sido el estudio del arquitecto Martín Noel. Finaliza el año con una exposición en el Museo de Bellas Artes de Salta.

En 1996 entrega en mano al Papa Juan Pablo II la obra Nuestro Señor de la Paciencia. En el cuadro Jesucristo se encuentra en una postura fuera de toda iconografía: sentado, con el rostro ladeado sobre su mano derecha, esperando. Al fondo, la cordillera de los Andes.

En 1997 gana el Primer Premio de Pintura Joven Fundación Fortabat con El sueño de Jacob, una versión vernácula del relato bíblico.

En 2005 presenta el libro Ángel de la guarda, 50 años de dulce compañía, un relato autobiográfico acompañado de buena parte de su obra pictórica donde profundiza en “la memoria, el recuerdo, la historia, las fantasías, los deseos; elementos fundamentales de mi trabajo como pintor hoy y siempre…” (García Sáenz, 2005).

En 2006 el 9 de marzo inaugura una exposición individual en la Galería Bacano en el barrio de Palermo. El 30 de marzo, luego de un largo tratamiento, sufre un ataque al corazón y muere un día antes de cumplir 51 años.